miércoles, 14 de enero de 2015

Otra visión del problema de la Hepatitis C: el impacto sobre el profesional sanitario

Llevamos ya bastante tiempo hablando, escuchando y leyendo todo tipo de noticias y comentarios acerca de la problemática de los nuevos tratamientos para tratar la hepatitis C, altamente eficaces pero con unos precios desorbitados. Aunque no siempre se sabe bien de qué se habla, todo el mundo opina y hasta es primera página en periódicos y asunto estrella en tertulias televisivas.

El caso es que habitualmente se pone el foco en dos cuestiones: los pacientes y el impacto económico de los tratamientos. No voy a incidir en ninguno de estos dos aspectos, no por falta de interés, sino porque ya se ha dicho y escrito (y esto no ha hecho más que empezar…) sobre ello hasta la saciedad y es fácil encontrar todo tipo de análisis (unos más rigurosos que otros, unos mejor intencionados que otros, unos más manipulados que otros) en la red, revistas y prensa profesional y en los medios de comunicación generales. Lo que hoy quiero resaltar es un punto de vista diferente y que he echado de menos en todo este tiempo: el impacto que esta situación está teniendo sobre los profesionales sanitarios. Sí, porque el impacto que está produciendo (al menos en algunos hospitales… como en el nuestro…) sobre el estamento sanitario es tremendo. En aras de una presunta racionalización del uso de estos medicamentos y equidad en el acceso de todos los pacientes a estos tratamientos, se han puesto en marcha toda una serie de mecanismos y trámites burocráticos que están saturando tanto a las unidades de hepatología como a los servicios de farmacia y están afectando significativamente a las personas que trabajamos en ellos, tanto a nivel profesional (trabajar en una permanente situación de sobrecarga y estrés conlleva un incremento del riesgo de cometer errores) como personal, teniendo en cuenta que somos los profesionales sanitarios los que estamos frente (o mejor, junto) a los pacientes y muchas veces nos sentimos impotentes ante la situación e incapaces de darles explicaciones y respuestas a sus expectativas y demandas. Sabido es que no trabajamos precisamente con abundancia de recursos y solo nos faltaba esto para terminar de saturarnos, soportando procedimientos burocráticos excesivos, presiones desde la Administración,  presiones de los propios pacientes y situaciones de angustia derivadas de la urgencia de instaurar un tratamiento y las dificultades para conseguirlo.


Afortunadamente, tengo que decir que la relación entre los profesionales de los dos servicios más implicados (Digestivo y Farmacia) es inmejorable (aunque inevitablemente acabemos chocando en más de una ocasión) y los propios pacientes, en general, son conscientes de la situación. Gracias a ello y al enorme esfuerzo de todos los implicados vamos resistiendo. Aunque no sé por cuanto tiempo…

Un saludo!

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